Quedamos en el capítulo anterior (léelo antes de avanzar), que te iba a contar como me decidí a ascender.
Antes, te contaré como funciona en una situación límite el superpoder de adaptarse a lo que venga.
Cuando te adaptas a todo y a todos, dejas de tener opinión propia y pasas a conocer al dedillo los estados emocionales y preferencias de todo bicho viviente.
Te puedes disociar tanto, que tú ya no eres tú sino una especie de compuesto de estrellas predispuesto a satisfacer las necesidades de tus congéneres.
No rollo te quiero ayudar, más bien, me da igual, y todas las opiniones te parecen bien.
Con ese comportamiento cero conflictos, todo ok siempre, y antes los demás que uno mismo.
Una put*da vaya.
Digamos que tu estrategia preferida se alimenta del reconocimiento de esas acciones repetitivas, e incluso obsesivas forjándolas a fuego.
Piénsalo.
¿Qué destaca la gente de ti?
Aunque no sea socialmente aceptado, esa es tu estrategia preferida.
Ejemplo:
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—Jolín macho, es que a ti nadie te tose.
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Tu estrategia preferida es imponerse por la fuerza para que nadie te tosa.
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—Madre mía, qué máquina eres.
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Tu estrategia preferida es ser tan competente o lograr objetivos que dejen boquiabierta a la peña.
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—Eres un tiquismiquis de narices.
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Tu estrategia preferida es buscarle los 3 pies al gato para mejorar lo que te rodea. Eso de que quieres mejorar todo la gente no lo ve y te llaman tocapelotas o aguafiestas.
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—Vaya gruñona estás hecha, siempre quejándote.
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Si conoces a alguien así (tú no por supuesto) esa persona nunca hizo nada, nunca fue quién lo hizo. Nada de nada de nada y la culpa es siempre es de otro. De su jefe, de su pareja, del gobierno, del mundo o del universo.
Así alivian estrés y pasan el juicio de algo mal hecho a otra persona como si pasaran una pelota.
Hay más, por supuesto. Pero poco a poco…
Aclarado esto, mi estrategia preferida es la adaptación y que todo esté en paz y armonía. Si las aguas del río están tranquilas, yo soy feliz. Y puede que estemos colgados de un puente, si tú y yo estamos en paz, yo soy feliz. No es tranquilo de no experimentar emociones.
Ahora te voy a pedir que uses tu imaginación.
Imagina que estás en el sexto piso de un edificio cualquiera en una costa turística cualquiera.
Visualiza la terraza de ese piso. Apóyate en la repisa de metro y medio sin barandilla y mira hacia abajo. Está alto de narices.
Ahora imagina que a tu lado tienes a un tipo subido a la repisa con dos cuchillos, uno en cada mano.
Pues esa es la estampa en la que me encontré un buen día estando de Patrulla.
Habíamos acudido a un aviso en el que la Central (nuestro Centro Operativo de Servicio o C.O.S) nos dijo que una persona se encontraba atrincherada en su piso. Su hermano nos llamó tras ver que estaba en la terraza y que había atrancado la puerta de entrada al piso.
Por la puerta no podíamos entrar.
Pues por la ventana. Tras caer en la cocina acudió al ruido un perrete más grande que yo, menos mal que no comía carne humana, y llegamos a la terraza donde el Señor cuchillos me dijo que entrara, yo solo, dentro de la terraza.
La madre que me parió. Y a ver que haces. Irte no puedes, claro, estaría feo. Para eso me pagaban aunque no me enseñarán nada en la academia sobre como afrontar ese tipo de situaciones.
Pues Tony para adentro.
Me gritó muy nervioso que yo tenía que decirles a los bomberos y resto de Policías Locales que estaban en la calle que se retiraran.
Lo mismo se pensó que mi uniforme tenía poderes mágicos, pero yo atendí a su petición haciendo aspavientos y ademanes con las manos indicando que se fueran del lugar y sin la más mínima esperanza de que me iban a ver, y que si me veían, fueran a entender la situación.
Pero en contra de mis pensamientos, todos los compañeros se fueron. Los bomberos cogieron su camioncito y se marcharon (luego urdieron un plan para descolgarse desde el piso de arriba) y el resto de coches rotulados, se retiraron.
La leche.
Señor cuchillos vio que tenía poder en el asunto, así que aproveche el tirón para conversar con él.
30 minutos después de mi entrada en la terraza y después de gritarle a una maruja que estaba en bata grabando la escena desde el edificio de enfrente, confió en mi. El tema acabó con un forcejeo controlado, aunque arriesgado, en el que logré que no saltara.
Mis compañeros entraron para engrilletarle por seguridad y llevárselo a la ambulancia que estaba esperando abajo. Me temblaban las piernas más que si hubiera subido en una de esas atracciones que te ponen boca abajo y que te hacen ponerte los pulmones a la altura de la faringe.
El hombrecillo recién rescatado no decía ni mu, pero durante nuestra charla me dijo algo que me impresionó mucho. Quería reunirse con su padre que estaba en el cielo, y en su mirada vi que cuando alguien cree en algo es difícil hacerle cambiar de opinión. Pero siempre hay una última opción, si escuchas con total atención, ofreces tu ayuda, dejas los consejitos y opiniones personales al margen y solo eres compasión hacia el dolor de otros, puede surgir la magia y se diluyen esos pensamientos que media hora antes escribían un final trágico.
Mis compañeros, ya en el Cuartel, me dijeron algo que también me impresionó mucho ya que no recordaba todo lo que había pasado.
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—¡Estábamos convencidos de que lo ibas a solucionar! Entraste en la terraza y te apoyaste en la barandilla como si fueras a hablar con tu primo. Ahí pensamos: Tony lo tiene controlado.
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Qué cachondos. Controlado dicen.
Pues lo que pasó es que entró mi superpoder a jugar, y mis automatismos y estrategia de adaptación máxima forjada durante años me hicieron confiable a un tipo al que no había visto en mi vida y que estaba en lo peor de la suya.
La foto del encabezamiento de este post es un recorte de lo que se recogió en prensa sobre el hecho, y por el cual me condecoraron.
No solo mi adaptación y flexibilidad en esa situación pensando poco y sintiendo mucho hizo que el final fuera feliz. También entró en juego la siguiente dimensión de la personalidad que te quiero contar.
La Afabilidad.
Sus facetas son estas:
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A1: Confianza. Todo el mundo es bueno hasta que no se demuestre lo contrario.
-A1: Persona suspicaz y desconfiada.
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A2: Persona ingenua. De buena es tonta.
-A2: Persona estratega y manipuladora.
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A3: Altruista. Piensa antes en los demás.
-A3: Egoísta y egocéntrica. Piensa antes en sí misma.
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A4: Persona cooperadora y diplomática.
-A4: Competitiva.
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A5: Humilde.
-A5: Soberbia.
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A6: Compasiva.
-A6: Insensible e inconmovible ante el dolor ajeno.
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Si conoces las 60 facetas de estos Big Five tienes la base de todo comportamiento. En los cursos aprenderás con ejemplos muy fáciles y visuales a diferenciarlas.
Con respecto a la Afabilidad hay diferentes estudios en los que se dicen cosas opuestas.
Unos te cuentan que si en tu casa has visto y aprendido que tus padres abren las puertas a todo dios y que los tratan como a la familia, tu comportamiento será altruista y orientado a los demás.
Otros que dicen que hay variaciones en ciertos genes que te hacen ser altruistas ya de nacimiento. O malvados.
Esto va de que te entiendas y entiendas a los demás, y de conocer también el origen de lo que no nos gusta de nosotros mismos.
El egoísmo, entendido como quiero lo que quiero y voy a intentar conseguirlo, lo tenemos todos. Lo normal es que no sea exagerado ni que se muestre, y no se tú, pero si no lo tuviéramos, seríamos marionetas a merced de los demás, sin más.
Como decía un compañero mío en broma:
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—Mi Sargento, soy tan suyo que ni me pertenezco.
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Mis padres, sí que efectivamente tenían la puerta abierta a todo el mundo y además sin importarles que cualquiera se presentara sin avisar.
Mi educación siempre fue por y para los demás. Sé educado, compórtate bien, tú no destaques ni por arriba ni por abajo no vaya a ser que te cojan tirria…
Mi sensibilidad emocional también influía en detectar empáticamente el sufrimiento ajeno, por lo que se generó un caldo de cultivo perfecto para dar a los demás sin pensar en las consecuencias. Faceta -C6 (espontaneidad) más A3 (altruismo), que ya hay que ir practicando lo que vamos viendo…
Esos automatismos quedaron impregnados en mi sistema operativo, siendo mis genes favorables a algunas partes de mi personalidad y no tanto en otras.
Digamos que mi comportamiento altruista favorecía a ser ese niño bueno, adolescente bueno y buen compañero.
Me recompensaban moralmente y, a veces, materialmente por ello, por lo que ser bueno, me hacía lograr mis objetivos egoístas, de manera inconsciente, por supuesto.
Menuda rallada.
O sea, ¿Qué si eres bueno y generoso, quizá es porque tu egoísmo está soterrado y oculto entre capas de educación?
Pues puede ser, pero si el fin último de como diriges ese quiero avanzar en el mundo al canalizar tus aspiraciones es para hacer el bien y ayudar a los demás, pues ni tan mal.
La diferencia es que ese ser estratega lo notes a flor de piel y engañes a los demás con consciencia de querer ser bueno para conseguir tus objetivos.
¡Meh! error, eso se nota. La falsedad y el altruismo de mentira se notan.
Lo que suele pasar es que nuestra biología va por un lado y nuestra personalidad por otro y eso genera unas tensiones increíbles entre lo que somos y lo que mostramos.
No sabes cuantos problemas te acarrea eso. Incluso enfermedades. Bueno, lo intuyes, pero no sabes ponerle nombre.
Cuando conoces en profundidad el comportamiento y cómo distintos circuitos cerebrales se activan de manera inmediata o lenta, todo cambia.
Tu vida cambia. Tu comportamiento cambia y el resto de personas a tu lado cambia por tus cambios.
Ahora sí eres tú. Aunque no a todo el mundo le guste.
O sí.
Y el primer paso para ser un o una gran líder (permíteme que lo utilice en masculino como recoge la RAE) es saber quién eres.
Y para eso tienes que dominar las 60 facetas de las que hablan los Big Five para detectarlas en los demás y en ti. Y luego profundizar cada vez más.
La Afabilidad, por ejemplo, se basa en la activación de un bucle cerebral llamado córtico-visceral y de la intervención de neurotransmisores como la dopamina, serotonina, adrenalina y la enzima MAO.
Y de tus amígdalas cerebrales. Sí, son dos. Una te predispone a ser una persona más empática racional y otra a ser más empática emocional.
Vamos, que no es lo mismo que entiendas racionalmente lo que le pasa a alguien sin sentirlo, a que sientas el dolor de alguien sin entenderlo.
¿No has visto llorar como una magdalena a alguien con una peli y luego no comprendes como puede ser insensible a las opiniones de los demás?
O al revés. Alguien que entiende perfectamente lo que piensan los demás pero que no derrama ni una lágrima ya le pongas This is us. Bueno, con esta serie, si no lloras, eres un o una psicópata de libro…
Como último ejemplo te pondré a alguien al que le salte este bucle cerebral rápidamente y que vas a ver en personas muy intensas, muy guerreras y combativas. Aunque estas personas se muestren muy ayudadoras por educación, chirría su comportamiento y se mostrarán invasivas y ayudadoras solo con su gente de confianza pero despreciará al resto de personas humanas con visibles muestras de asco.
Pues incluso a estas las podrás tener a gusto en el equipo con lo que te enseñaré.
¡La leche! Otra vez se me ha hecho tarde y no te he contado como decidí ascender. Bueno en el próximo post, sí que sí. Y no fue por ser Responsable ni porque me dieran una medalla, ya verás.
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