El 4 de julio del 2022 fue un día épico en Nueva York.
Tuvo como protagonista al estadounidense Joey Chestnut, un tipo muy normal, pero que hizo algo extraordinario.
No salvó al mundo de ningún ataque alienígena en esa fecha señalada. Es más, si los extraterrestres tipo grises hubieran visto lo que hizo, lo hubieran flipado.
Fue algo más difícil.
De hecho, entró de cabeza en el libro Guiness de los récords.
El tío se zampó 76 salchichas en 10 minutos. Y sin ketchup ni ná de ná.
Al colega lo llaman el mandíbulas y le dio un palizón al segundo clasificado que, sin tener apodo, se metió entre pecho y espalda 50 de esos tubos de carne.
De hecho, los grises, al tener boquita de piñón, lo fliparían el doble.
La leche. Como está el mundo.
Pué ahora verá, expresión que diría mi querida y sabia amiga Silvia de Linares con su acentazo. Otro récord te voy a contar. Este un poco más picante. Y quizá menos contrastado.
Julio Iglesias, ese señor que se vanagloria de ser muy truhan, dice haber estado con tres mil mujeres. Y haberse rozado con ellas. No voy a entrar en que este era un machote y que alguna actriz con la misma numeración de encames se la denomine de otra manera.
No va por ahí el tema.
Hablo de comer —en general, no solo salchichas— y de intercambiar fluidos íntimos en pareja. O en tríos. O como sea.
O sea, te hablo de genes.
El gen es la mínima expresión que, desde el interior de la célula y entre otras cosas, dirige los designios del ser humano en busca de supervivencia.
La especie sobrevive comiendo.
Y dándole que te pego. O escondiendo la nutria —como diría el humorista— para reproducirse.
Pero hay más.
Antiguamente, la esperanza de vida no te dejaba margen para perder el tiempo con el Instagram o el Tiktok.
Bastante tenías con llevarte algo a la boca y tener muchos churrumbeles para que fueran mano de obra que ayudara al clan.
Actualmente, tenemos tiempo para hacer cosas diferentes a cazar y no morir en el intento.
El caso, es que los genes siguen tirándonos hacia algo inconsciente que queremos conseguir de manera consciente.
Y añado otro deseo oculto más.
El status. Que es un sirviente de comer y de f*llar.
Cuando buscamos status con lo que tenemos o con lo que hacemos, ese reconocimiento hace que estemos más cerca de tener dinero para comer lo que queramos, y para que se acerquen las, o los, que queramos para expresar nuestros genes en ellos.
De manera egoísta.
Creo que no hay egoísmo más puro que el que tenemos escrito en los genes.
Pero puede parecer altruista por nuestro comportamiento. Y me explico.
Ese gen egoísta, del que Richard Dawkins habló con un concepto llamado meme descrito en su libro El gen egoísta, hace que entendamos el impulso inconsciente para buscar la supervivencia alimenticia y sexual.
No es ese meme de las coñas que ves en internet a diario, que sé que lo has pensado…
Lo que pasa es que al tener objetivos comunes con otras personas y ser una especie social, nos ayudamos entre nosotros para comer o procrear.
Para comer nos reunimos en eventos, nos damos de comer entre nosotros, y para lo otro, hacemos de celestinos.
O nos ayudamos para subir de status. Hoy por mí, mañana por ti.
Entre miembros de la especie nos damos la mano para sobrevivir, pero también nos quitamos de en medio si nos estorbamos a la hora de competir por esa expresión de genes.
Todo vale en la guerra y en el amor.
Ahora se entiende mejor esa frase, ¿verdad? Va más de genes que de, solo, comportamiento consciente.
Ese egoísmo hace que entre las parejas haya discrepancias o que intentemos racionalizar nuestras tendencias genéticas con argumentos menos egoístas o más buenistas que incluyan un beneficio para los demás.
Vamos, que disfrazo lo que quiero convenciendo a los demás de que es un beneficio para todos.
Pero se nos ve el plumero si no es de corazón.
De hecho, tenemos el 50% de los genes de nuestros padres, nuestros hijos tienen el 50% de los nuestros y compartimos otro 50% con nuestros hermanos (el 100% si somos gemelos).
Por eso podríamos dejar de ser menos egoístas con nuestra familia, ya que nuestros genes están ya en el mundo con ellos. Pero con nuestra pareja no hay genes comunes y por eso nos cuesta tanto desechar ese egoísmo. Todo inconsciente, ojo.
Y eso con nuestra propia especie. Imagínate si son especies diferentes. A los animales o a las plantas, que les den.
Salvo que sacar al perrete nos acerque al ser humano al que queremos echarle el lazo.
O por status.
O para conseguir dinero con las crías.
O para sentirnos mejor.
O por otros motivos egoístas como que los animales son más de fiar que las personas.
Entonces sí.
Quizá los animales también estén tirando de supervivencia.
Y si no, piensa el motivo real de tener una mascota. Sé que esto puede que te toque alguna creencia (que se forjan con un pensamiento más una emoción intensa) y te puede picar. No lo hago con la intención de que te revuelvas, te lo cuento para que lo pienses.
Estos post no son postureo —por lo menos no conscientemente, ya sabes—. Me dan igual los algoritmos de Google y rollos de posicionamiento, los escribo para que le demos al coco juntos y ser más conscientes de nuestros comportamientos.
Ya termino, no te vayas, te pongo otro ejemplo.
Los adolescentes. Al no tener el córtex maduro en su totalidad, se comportan como seres instintivos que solo piensan en comer, sexo, status en forma de reconocimiento y búsqueda de placer en lo que sea.
Se aburren en dos milisegundos y ya están con la mente puesta en lo siguiente que haga que sus genes se expresen.
A los adultos nos pasa lo mismo. Pero lo escondemos mejor. Cosas de la madurez.
En casa, en el trabajo o con tus amigos, los deseos ocultos siempre están presentes y te dirigen. Y los marketeros y vendedores lo saben.
Ah, claro, a ti no te pasa… Perdona.
Pues sí, a ti también.
A todos.
Aunque no nos demos cuenta. Buscamos racionalizar que, como cerebros con patas que somos, tenemos el control de nuestras decisiones.
Y eso que en este artículo no te voy a contar que vivimos 15 segundos en el pasado porque el cerebro hace una composición que no es el presente, o que somos conscientes de elegir algo medio segundo después de que un escáner de tomografía por positrones detecte que ya lo habíamos pensado.
Por hoy vale que ha sido denso.
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Un abrazo fuerte.
Tony
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PD1: Esto que te he contado no lo veas como algo negativo, como descubrir que a tu primo, ese con el que jugabas inocentemente en el pueblo cuando erais pequeñajos, le han metido en la cárcel por robar.
Al suscribirte te cuento más cosas sobre esto que nos apasiona llamado comportamiento.
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