En junio del 2005, una gran amiga mía falleció.
Ella tenía por entonces 22 años y viajaba en un autobús al que impactó por detrás un camión en un cruce de la A4, a la altura de Getafe.
De las 12 personas que viajaban en el autobús —estudiantes de ingeniería aeronaútica— la única que abandonó esta vida fue ella. Otro autobús, con 21 estudiantes del mismo curso, chocó en cadena, pero solo hubo heridos.
Días después tuve un sueño.
Estaba en una estación, de esas que ves en las películas antiguas, de esas en las que la pena mueve las manos de las personas que dicen adiós a sus familiares y amigos en un hangar abarrotado.
En esa estación, dentro de mi sueño, salía un tren, y yo estaba allí despidiéndome de alguien. Alguien que ya podía ver a través de la ventanilla al iniciar el tren la marcha.
Asomada y con medio cuerpo fuera, era ella, mi amiga, que me dijo claramente: Estoy bien.
Me desperté sobresaltado, pero tranquilo. Nervioso, pero feliz.
Estos sueños parece ser que son muy comunes y yo que he sido desde pequeñajo una persona muy curiosa con lo que no conozco, indagué sobre el asunto.
Resulta que hay miles de testimonios que narran cosas parecidas. Interacciones con personas fallecidas —normalmente familiares y amigos— en las que dichas personas les comunican a sus seres queridos que se encuentran bien.
No solo me pasó a mí, conozco de primera mano experiencias de amigos, conocidos y familiares que han tenido casos similares con sus padres, hermanos y amigos.
Gente que no me va a engañar, por supuesto.
Las experiencias son variopintas, hay quien solo sueña con ellos, hay quien ve en el momento de su muerte un halo o humo azul que abandona el cuerpo y, entre otros, hay quien escucha sus voces o ven señales pactadas con los fallecidos, muy claras, que corroboran que después del volumen I de la vida viene la segunda temporada.
Experiencias que les dan paz entre tanto sufrimiento.
Vaya movida.
En la Edad media un señor llamado Guillermo de Ockham llegó a la conclusión de que la solución más simple suele ser la correcta. Era un pensador inglés y fraile que a saber cómo había llegado a esa conclusión a la que se denominó navaja de Ockham. La ciencia cogió esta propuesta para decir que lo más simple no siempre es la verdad, pero sí es lo más probable.
En estos casos, la solución más sencilla y más probable, con tantas experiencias por todo el mundo, sin distinción de raza, país, ideología o sexo, es que algo desconocido pasa. Ya sea el cerebro, creando ilusiones por necesidad de relajar la ansiedad y tristeza que causa la pérdida o porque hay algo que no entendemos.
Y no lo entendemos. Por muchas hipótesis que se puedan dar científicamente, hipótesis que nos llevan a creer paradigmas sobre la creación del mundo, el universo o lo que no vemos con nuestros ojos.
Incluso, nos agarramos a que la mente es la que genera estas ilusiones.
Y estoy de acuerdo. El cerebro no es la mente y la mente, es eso que filtra nuestros pensamientos y percepciones, pero que no tenemos ni idea de cómo funciona.
Mariano Sigman, uno de los neurocientíficos más importantes en el ámbito internacional dice, sin tapujos, que nuestra mente sigue siendo un auténtico misterio. Al igual que la conciencia, aunque interactúe con el cerebro. Y esto no lo dijo en la Edad Media como el fraile, sino ahora.
En el 2014, el escritor JJ Benítez, un investigador de esos que no tienen titulaciones científicas y que su bagaje es acumular experiencias de otros para ver en su conjunto lo común de esas experiencias, publicó un libro llamado Estoy bien.
En ese libro narra las experiencias, fuera de lo normal, de personas que recibían la visita de sus familiares fallecidos. Ya os digo que llevo tiempo abriendo mi mente para entender estos casos y otros similares, pero había experiencias en el libro que se salían incluso de lo paranormal que yo ya había normalizado.
No solo se exponían casos de personas que soñaban con sus familiares y amigos, sino de gente que relataba encuentros físicos con personas que hacía mucho que no veían. Hablaban con ellos, se abrazaban y posteriormente, en su casa, decían:
—¡Pues no que me he encontrado con Pepe!
y sus familiares decirle:
—¿Pepe? no puede ser. Ah, claro, como acabas de llegar de viaje, no te enteraste que Pepe falleció hace meses.
Joder.
O que el fallecido les diga un número de cuenta en el que había una cantidad ingente de pasta.
O presentarse en forma de esferas de luz.
O…
Muchos casos diferentes entre el mundo onírico y el plano físico.
La que más me llamó la atención es que en uno de los casos, el fallecido le dijo a su familiar que en el otro lado seguía trabajando y estudiando. Que no había enfermedades y que hacían lo que les gustaba hacer.
Ufff.
Imagínate que al abandonar este cuerpo te vas a otro sitio, físico también, donde haces lo que te gusta y que has venido a este mundo para aprender a conocer y experimentar algo que ames.
Como en Soul, la peli de Disney.
Eso nos lleva a descubrir nuestros talentos aquí para aplicarlos allí.
O que ese otro mundo físico está en permanente contacto de alguna manera con este, recibiendo nosotros solo pinceladas, cual avatares, en forma de percepciones o corazonadas para guiarnos.
Sería la leche.
Aunque todavía no entendamos el porqué la gente se va muy joven o sufre tanto en esta vida.
Otro tipo de experiencias son las cercanas a la muerte o ECM.
Más de lo mismo, personas que tienen experiencias, normalmente en accidentes, en las que se van a otro mundo o plano que reconocen como su casa y que es más real que lo que tú y yo llamamos realidad, o sea, más real que lo que estás percibiendo ahora mismo.
En fin, que si esto no es así, ojalá que lo fuera. Si no nos lo creemos, pues bien, y si sí, pues más tranquilos y felices viviremos y más en paz estaremos con los que se van o cuando nos vayamos.
Ea. Pues ya tienes para pensar un rato.
Y tú ¿has tenido alguna experiencia así?
Me encantará leerte.
Siempre que he hablado de esto con alguien la sensación de paz y calma se apodera de ambos.
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Abrazos.
Tony
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PD1: Te dejo un vídeo del neurocientífico Mariano Sigman y otro de JJ Benítez. Supuestamente posiciones encontradas, ciencia y mundo paranormal que, inevitablemente, un día se darán la mano.
PD2: Va por ti, allá donde estés.
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