A mi suegro le tienes que decir las cosas lo más rápidamente posible porque si no, a los 3 segundos ya no te escucha.
Su cerebro está armando un discurso para pisar al tuyo y ponerse a hablar sin parar, enlazándolo con chistes, bromas y experiencias de las de:
—Y dices tú de mili…
Su extroversión es muy alta, y como les conté a los alumnos en el curso AIP (El universo de las ideas), su área reticular está dormida.
Por eso necesita víctimas con forma humana (porque no hay extraterrestres a la vista, que si los hubiera, también) para que, hablando sobre sus movidas, esa zona cerebral despierte y le pegue un grito al córtex para que también despierte.
Y si no, se aburre.
Mi suegro es un caso más extremo, pero según el doctor alemán Gary Bruno Schmid, tenemos una ventana de atención de entre 1 y 18 segundos, seguidos de 12 segundos de pensamiento inconsciente.
Digamos que el consciente es la diezmilésima parte del inconsciente por no sé que fórmula que aplica. Y es que el que seamos conscientes de algo es la excepción, no la regla. No eres consciente ni de la mitad de lo que procesa tu cerebro, literalmente.
Para utilizar mejor esto, te propongo un modelo mental. Ya sabes, pensar algo, para hacer algo y que pase algo.
Ojo al peluquín.
Piensa que la persona que tienes delante no te va a prestar atención más de 15 segundos seguidos, por lo que no te vayas por las ramas y cuenta las cosas con enganches de atención seguidos de momentos en los que pueda procesar esa información para no soltarse.
En una historia vas relatando:
—Me pasó esto (deja que pasen unos segundos), luego esto (deja que pasen unos segundos) y después esto (deja que pasen unos segundos).
Y entre medias, los colegas se echan unas risas o tu pareja te pregunta lo que sea.
Esos parones entre la atención y jajaja, la madre que te parió o la atención y ¿por qué no le has preguntado a Lucas como se llama su nueva novia?, es lo que hace que el interlocutor siga enganchao.
Y ahora te cuento otra movida relacionada. Ya verás.
Cuando tienes una sensación, hasta que eres consciente de ella pasan unos 3 segundos y medio, donde el medio segundo es el momento consciente y los 3 primeros segundos la sensación.
—Repit, please.
Voy.
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Sensanción: 3 segundos.
Consciente: Medio segundo.
.
Si la sensación es más corta, el cerebro la desecha por escasa y si es más larga, al señor nuez le parece que tampoco tiene valor.
Tiquismiquis es el cerebrito, coño. Pero todo es por un motivo.
Fíjate en la movida.
Durante un año, una persona experimenta 6 millones de momentos conscientes, eligiendo tu cerebro los más valiosos.
Unos 10 por año.
¡Solo 10!
Sí, solo 10.
Dime tú si te acuerdas de más de 10 momentos importantes que te hayan pasado en el 2022 así, a bote pronto.
Otra vez la proporción de lo consciente frente a lo inconsciente.
Por eso, el que te pongas a hablar como un papagayo, hace que la persona que tengas delante se pierda en sus mundos de Yupi durante la conversación. Aunque le interese lo que le estás contando.
¿No te ha pasado nunca que estás hablando con alguien y tu atención hace plop y se pira de la mano de otros pensamientos dejando de hacer caso a la persona?
Fijo que sí.
Yo soy especialista en eso. Menudos viajecitos me pego por el astral cayendo a plomo en un momento de la conversación en el que me doy cuenta de que me he ido e intento enganchar como puedo con lo primero que escucho en mi retourné.
Pero es normal.
No sé tú, pero yo me quedo más tranquilo sabiendo que la proporción 1/10 de mi consciente/inconsciente funciona perfectamente.
Ou yeah.
Y hoy hasta aquí.
¿A ti te pasa lo de dejar este mundo y caer en mitad de una conversación?
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Un abrazo
Tony Pérez
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PD1: Si te has fijado, es el método que utilizo cuando escribo o el método de los oradores para que la gente siga el hilo de lo que están contando.
Y con tu equipo, igual, déjate de chapas monótonas para que nadie muera de sopor. He asistido a algunas en las que, del aburrimiento, he creado varios proyectos en mi mente mientras el jefe hablaba.
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